No hay mejor catalizador para la comprensión del dolor ajeno que padecerlo. Nadie como mi amigo refleja en pocas palabras lo que sentimos, los que jugamos y crecimos en esas calles, adonde no pienso volver, hasta que mi gente por lo menos recupere el brillo de la esperanza en la mirada o a como dice mi amigo a "que puedan salir a la ventana". A él no le gusta que yo lo diga, pero mi amigo (más conocido por nuestra pandilla como Papito) sabe desde niño, porque es un talento natural que heredó, narrar cualquier cosa por seria que esta sea y teniéndote en vilo sacarle ese humor que yo le insisto que me recuerda mucho a Buñuel, pero también puede con pocas palabras y dos imágenes suyas también, hacer que el corazón se te quede del tamaño de una lenteja y que mires adonde temes tener que recordar. Sin más dilación: "Mi calle" de Osvaldo López Sánchez
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Mi calle
"En mi calle hay olor a nada
no llueve hace siglos
las casas caen por dolor de reuma
el cielo se perdió hace cien domingos.
Los carteles se borraron
los borrachos se perdieron
por el tragante del lavamano
el último día que hubo agua
(solo los viejos lo recuerdan)
En mi calle no hay gente
solo quedan fantasmas sin oficio
que mascullan el ayer
con sonrisas desdentadas.
Mi calle es acromática
con antenas de telaraña
con postes de luz sin bombillas
retratando la muerte en sus entrañas.
Mi calle con sus casas despintadas
espera que llueva mañana
para no tener que pedir permiso
y salir a la ventana".
Osvaldo López Sánchez
¡Preciosa letra!!!....pero esto ocurre desde hace dos años?...me refiero a la sequía
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